Aprendí a mimetizarme con esta ciudad. Es verdad que a veces la ciudad parece dominarme a mí, en vez de ser en viceversa pero lo llevo, como uno lleva la cotidianidad, la cartera y las llaves del departamento dentro de ella. De vez en vez, me dejo absorber por la agilidad de las calles moviéndose bajo mis pies, y todo ese sonido que aturde a tal punto que uno lo silencia por costumbre. Y puede que a veces me pregunte que hago estando donde estoy cuando podría estar tranquila, entre árboles y casas bajas, sobre todo los domingos cuando recuerdo que extraño esos momentos..., pero al mismo tiempo me pregunto si volvería a elegir un lugar que dejé... Porque por algo no estoy ahí también. No son buenos tiempos, y por momentos siento que me muevo hacia ningún lado y que estoy viviendo días que nadie me va a devolver, días sin sentirme feliz, días intentando ocultar todas mis penas, forzando todo para que salga bien solo con el propósito de llegar al final del día donde me resigno al darme cuenta de que todo terminó igual que ayer.
Gracias a Uds. mis lectores por pedirme que no deje el blog y aquí les dejo una mas de mis pétalos marchitas para que lo deleiten con sus lindos ojitos.
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